
En interiorismo, el arte abstracto se convierte en un puente entre los objetos y el espacio, integrando formas, materiales y texturas en un diálogo armónico. La presencia de la obra transforma la percepción del entorno, generando ambientes dinámicos donde cada elemento se potencia mutuamente. Así, arte y mobiliario se funden en un mismo lenguaje visual, creando interiores llenos de carácter, equilibrio y sofisticación.




