En el mundo del interiorismo, las piezas de arte abstracto con texturas propias no solo llenan las paredes, sino que redefinen el espacio que ocupan. Cada relieve y cada capa crean ritmos visuales que interactúan con la luz y la arquitectura, generando tensiones y diálogos inesperados. Así, el arte se convierte en un punto de descubrimiento continuo, invitando a mirar, tocar y percibir el espacio desde nuevas perspectivas.